CRÓNICAS DESDE EL BORDA
Ramiro Ross
“Al mundo le falta un tornillo…” decía un tango de Cadícamo. Y en un mundo de
locos, meterse en un loquero y contar lo que allí se escuchó y se vio, parece
una locura, pero puede resultar un libro que por eso, produzca el efecto
contrario. Un antídoto a la locura del mundo.
En la literatura, en Shakespeare por ejemplo, en El Rey Lear, el loco es “un
personaje a través del cual aparece la verdad” como recordaba el filósofo
Michel Foucault. Porque en parte es como aquel viejo refrán popular que dice: “Los locos y los niños siempre dicen la
verdad, a los locos se los encierra y a los niños se los educa”.
En ese sentido podemos decir que Crónicas
desde el Borda es sin duda, un libro de locos, de locos encerrados, y un
libro en el cual aparece mucho la verdad.
“Todo esto forma parte de un
proyecto muy perverso que tiene por objeto quitarnos lo poco que nos queda como
individuos, es la forma de decirnos que hacen con nuestros días y nuestras
noches lo que se les da la gana, porque para ellos no somos humanos” dice la verdad de Luis, uno de los “locos” internos
entrevistados en estas páginas, refiriéndose al control terrorífico y
torturador que reciben frecuentemente en el hospital.
Y coincidentemente decía Foucault, que hay una “complicidad entre los psiquiatras y el poder”. Y en sus
investigaciones revisionistas históricas nos dice que la psiquiatría y los
loqueros o manicomios u hospitales psiquiátricos, nacen con el capitalismo
liberal, en Europa en el siglo XIX, y entre otras cosas se convierten es
espacios institucionalizados y científicos de experimentación de torturas y
drogas de laboratorios millonarios, vigilados por “la policía”. La locura con necesidad sistemática de internamiento,
antes no existía en ningún lugar del mundo. Por eso son sincrónicas las
palabras de Ramiro cuando nos pregunta: “¿nadie
piensa que la salud está más relacionada con tirar muros abajo que con
levantarlos? ¿por qué se les quita la libertad, y no conforme con eso, también
se les quita la memoria? ¿hay un proyecto para que no vuelvan a ‘ser’? ¿a quién
le sirve que sigan en ese estado?”
Porque hay que aclarar que la represión en el Borda no la empezó Macri
hace un par de meses. Macri nomás la visualizó. La represión en el Borda –y en la
mayoría de manicomios y prisiones- lleva años, décadas, un par de siglos, y
estas Crónicas… cuentan: “el 70 % de los internos tiene sida”, y
hay infinidad de “denuncias de golpes,
atropellos, inyecciones de agua, etc. a que son sometidos” además de a electroshocks,
a “las violaciones a los recién llegados,
las pulgas en las camas… las ratas que se pasean por todo el hospital… esto
sucede en 1998, a
20 cuadras de la Casa
de Gobierno, en plena democracia… este genocidio (¡otro más!) que se está
llevando a cabo a tres cuadras de la estación Constitución y en estado de
derecho”, por que todavía “todo el
sistema seguirá funcionando sin contradecir el autoadhesivo que está en la
guardia: “LOS ARGENTINOS SOMOS DERECHOS Y HUMANOS”.”
A principios de los años 70, el (anti)psiquiatra inglés Roland Laing
pasó por la Argentina ,
y por entonces andaba pensando y diciendo que: “la sociedad moderna está peligrosamente enajenada”. Al poco tiempo,
justamente, acá llegó la dictadura militar, bajo un plan represivo continental
manejado desde el Imperio Yanqui. Y en otra de las Crónicas… aparece casualmente la foto de Videla y las palabras arrancan
contando, tangueando: “De tanto estar
rodeado de locura, dentro del hospicio y fuera de él…”
Desde los inicios represivos del capitalismo, los llamados “locos” o
“locas”, fueron las personas que molestaban al orden establecido. Por eso en
plena dictadura, las madres de Plaza de Mayo fueron tildadas de “locas”. Por
eso podemos entender que “la locura” o “la
enfermedad mental” es en gran parte un “mito”
como nos decía el psiquiatra Thomas Sazsz.
Y encontramos entre las Crónicas…,
una que lleva la imagen de la historieta El
Eternauta. Y cuenta el paso de su autor, Héctor Oesterheld, por el Borda,
en esos años 70 de dictaduras gorilas y secuestros, torturas y desapariciones
forzadas. Oesterheld finalmente desapareció en un chupadero después de “el electroshock, el empastillamiento, el
aislamiento prolongado en la cárcel del hospital, siempre custodiado por un
sargento…”
“En un neuropsiquiátrico como
éste, todo es muy loco, quienes lo habitan, quienes atienden a los internos y
los que dirigen el hospital”
escribe Ramiro, que laburó más de una década en el Borda, haciendo Radio Babel
desde allí, junto al psicólogo social Andrés Mouratian. Finalmente tanto Ramiro
como Mouratian, fueron sacados en pleno neoliberalismo democrático, “por la fuerza” por un “cuerpo de infantería de la policía,
destrozando instalaciones y material”, cuando el director del hospital se
cansó de las denuncias que hacían en el programa de radio, que era
retransmitido por Radio Rebelde desde Cuba.
Sí, así es este libro de locos, donde aparecen muchas verdades. Quien
quiera leerlas, que las lea… buscando al libro -o a Ramiro mismo- en la próxima
FLIA.
Crónicas desde el Borda (2008) salió por la editorial independiente
Milena Caserola
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