Artaud es un escritor de la FLIA. De
hecho si se pasean por una FLIA van a ver varias y distintas ediciones baratas de
varios libros del gran poeta surrealista francés, Antonin Artaud. Pero entre
todos los libros flieros de Artaud vamos a recomendar acá a la antología que
hizo la pequeña-y-gran editorial clandestina platense Vomitarte: Me
sobra un cuerpo.
Para empezar vamos a decir que como las editoriales independientes
setentistas tipo el Centro Editor de América Latina (que padeció las hogueras
incendiarias de la Dictadura
cívico-militar), Vomitarte (un
emprendimiento mucho más anárquico y humilde pero no menos digno) intenta –y lo
logra- acercar a los lectores uno o varios
libros a muy bajo precio (la mayoría de sus títulos cuestan unos diez
pesos), con una estética original y creativa, sencilla, y con una clara
intención de abrir cabezas y culturizar al pueblo y sus multitudinarias mentes.
Pero Vomitarte decíamos es más humilde que el CEAL, y sus libros -con
todas tapas de distintos colores, que reflejan la multiplicidad y diversidad de
matices que tiene la vida- son unos libros-fanzines o libros-revistas,
artesanales, caseros, y completamente autónomos, que se venden casi casi al
costo.
Vomitarte busca “la emancipación
del ser humano de todo yugo opresor”, y entre sus distintos libros dinámicos que vamos a recomendar
empezamos con este del gran Antonin. ¿Por qué gran? Bueno, el otro día en una
FLIA pude ver como unos adolescentes reconocían en este libro de Artaud, al
disco mismo que hizo el gran Luis Alberto Spinetta, llamado, sí: Artaud (1974) considerado por músicos y
críticos como uno de los mejores –sino el mejor- discos del Rock nacional o
argento. Sí, Artaud inspiró a Spinetta, inspiró a nuestra gran poeta Alejandra
Pizarnik, y a grandes filósofos como Gilles Deleuze, Michel Foucault y Jaques
Derrida, entre muchos otros. Nos inspiró también a muchxs escritorxs de la FLIA , y por supuesto a
editoriales independientes como Vomitarte, cuyo nombre-editorial es de lo más
artaudiano que uno puede imaginar. Porque este libro-antología es un homenaje a
Artaud, “desde la Contracultura ”. E
incluye algunos dibujos hechos por el mismo Artaud, fotos del mismo
poeta-ensayista-actor, su biografía detallada, y comentarios sobre él y su obra
de grosos y grosas como la citada Alejandra, André Breton, Mario Pellegrini y
Vicente Zito Lema, que justamente dice “En
esta sociedad que huele a descomposición, recordarlo -a Artaud- es abrir las
ventanas”. Y leerlo es avivar en nuestro interior y nuestro exterior “el fuego irritado de la rebelión que
espera” (Zito Lema).
La selección de esta antología es realmente muy buena: están por ejemplo
las Cartas a los Poderes (1925), dardos brillantes escritos para la revista la Revolución Surrealista : “Nada tenemos que ver con la literatura… El
surrealismo es un medio de total liberación del espíritu… Estamos completamente
decididos a hacer la
Revolución …
pretendemos mostrarles la fragilidad de sus pensamientos y lo inestable
del cimiento, el hueco sobre el cual han asentado sus movedizas casas… Nosotros
somos especialistas en Rebelión… El surrealismo es una fórmula poética”
decía Antonin como voz guía del movimiento vanguardista-artístico-político más
importante del siglo XX. Está también el guión de La concha y el reverendo, que fue filmado y llevado al cine, y
junto al Perro Andaluz de Dalí y
Buñuel, son dos de las primeras películas surrealistas de la historia.
Hay partes de su libro de ensayos El
Teatro y su Doble, donde dice “Queremos
transformar el teatro en una realidad verosímil… propongo algo que nos saque de
este marasmo, del aburrimiento, la inercia y la estupidez de todo”. (Y nos
quedan como reflejos la influencia artaudiana en grupos teatrales de acción
tipo La Organización
Negra , o De la
Guarda , entre otros). También están en esta antología varias páginas
del Van Gogh, el Suicidado por la Sociedad , que inspiró
el canto de Spinetta: “Todo camino puede
andar, todo puede andar…”.
Hay además textos y poemas inspirados en sus experiencias visionarias
con el peyote, en compañía de los indios Tarahumara, en México, en 1936,
anticipándose unas décadas a las experiencias de beatnicks, hippies, y del
mismísimo Carlos Castaneda. “El peyote
conduce al yo a sus fuentes verdaderas”, o dicho de otra forma, lo lleva a
uno a “salir de un mundo falso”,
escribió Artaud.
También están varios de sus últimos poemas, de Para Acabar con el Juicio de Dios, y Artaud, el Momo, algunos de los cuales sufrieron censura y
prohibición en 1947. Y poemas de sus primeros libros, El Ombligo de los Limbos y El
Pesa Nervios (1925).
Artaud fue, es y será “una voz
profética y exaltada” como dijo Mario Pellegrini, que suena y resuena en esta
compilación que “intenta mostrar parte de
su riquísima obra”, como dice Vomitarte.
Este librito-incendia-cerebros-almas es altamente recomendado para todxs
lxs que nunca hayan leído a Artaud, para quienes conozcan poco de su obra, y
también para fanáticxs artaudianos. Indispensable para toda cartera, alforja,
morral o mochila jipi, punki, estudiantil y/o proletaria/ reevolucionaria.
Me sobra un cuerpo, un libro
sobre Antonin Artaud
(1999-2013), de la editorial autogestiva Vomitarte, se consigue en las FLIAs
Xuan Pablo Gonzalez, 2014
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